“La genética no es un número”, subraya Antonio Ibarreche, cabeza de la familia propietaria de la cabaña Yanta Payana. “Es la búsqueda de pormenores que después darán un sujeto. No es cuestión de poner millones de pesos para comprar una yegua y un padrillo campeones, y cruzarlos para que salga un ‘campeoncito’. No es así la cosa”, añade.

Habla con autoridad. Su yegua Yanta Payana Esperada (RP 603) ganó el primer premio de su categoría y fue reservada campeona yegua adulta menor montada, en un universo de más de 80 de los mejores animales del país, en la exposición de otoño de caballos criollos morfológica y funcional, una de las más importantes de Sudamérica.

Pero la autoridad de las palabras de Ibarreche no proviene de este último éxito, sino de más de seis décadas como criador de caballos criollos, al frente de Yanta Payana. “Este logro significa ponernos en escena en el más alto nivel de la genética argentina. La genética es la búsqueda de un biotipo, tratando de respetar los parámetros buscados. Aquí la constante son las madres: madres, abuelas, bisabuelas, tatarabuelas, choznas, todas son de nuestra cabaña. O sea, conseguimos corregir de los padres a los hijos, pero las madres siempre fueron propias, con nuestra genética”, detalla Ibarreche.

Y puntualiza lo que considera una de las más importantes diferencias de Yanta Payana respecto de otras cabañas. “Un campeón de Wimbledon no se hace mediante la unión de un óvulo y de un espermatozoide de otros campeones de Wimbledon. Se trata de una búsqueda en el tiempo, de una constante que se hace, fundamentalmente, con humildad. Pero eso no pasa con muchos criadores. ¿Y cuál es el resultado? Que no haya cabañas. Una cabaña es un receptorio genético que produce para sí y para otros el futuro genético de una raza”, precisa.

Puesta en perspectiva

Y allí, a criterio de Ibarreche, estriba la dimensión del logro conseguido por Yanta Payana Esperada. “Es la primera vez en la historia que una pieza, nacida de 10 o 12 generaciones hacia atrás, propia de la cabaña, logra estar en la pista en una final de Exposición A en Nuestros Caballos. Es algo muy importante, donde vemos materializado nuestro trabajo constante”. puntualiza.

El también arquitecto y político tucumano destaca el mérito de llegar a estos niveles de genética a 1.200 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. “En este país todo tiene un ancla en la Capital; con Rivadavia ya nace la discusión sobre la centralidad del puerto. Y a 200 kilómetros de Palermo debe haber 150 cabañas; y ahí está la genética, ahí están los 15 mejores padrillos de la raza, en el país. Por eso este es un paso muy importante para nuestra región; porque de esta forma les decimos a los hombres del puerto que estamos presentes”, explica.

Y trascartón Ibarreche deja ver que al logro obtenido en Palermo le seguirán otros. “Yanta Payana Esperada forma parte de una manada de 50 yeguas; es la que se destacó de su generación. Es hija de Yancamil Cahue -el padrillo con mejor descendencia hoy en la Argentina- y de Yanta Payana Pandora, una yegua emblemática de la cabaña, de gran performance morfológica, y con una descendencia destacada; no tuvo solo esta cría, otras competirán desde este año, debido a su edad”.